L
uego de una ola de calor record, España sufre un nuevo fenómeno climático: DANA. Este evento, que significa “Depresión Aislada en Niveles Altos”, caracteriza por una masa de aire frío que queda aislada y circula en altitudes elevadas, lejos de la influencia de la circulación general de la atmósfera. Sus características principales es la formación de lluvias torrenciales y eventos climáticos extremos. Por eso, se están registrando fuertes inundaciones en varias zonas del país, como la capital Madrid y Castilla-La Mancha. A esto se le suman otros eventos vinculados con la crisis ambiental, que está llevando a estas cuestiones extremas más frecuentes. Para estos tiempos, las farmacias pueden cumplir un rol fundamental, ya que deben cumplir con su “responsabilidad ética”, como afirma en un documento la Federación Internacional Farmacéutica (FIP). En el mismo se dan directrices sobre cómo actuar en situaciones climáticas extraordinarias, o en catástrofes naturales, como erupción de volcanes. “Como profesionales sanitarios, los farmacéuticos tienen un deber ético que va más allá del de un ciudadano corriente. En consecuencia, deben aceptar la responsabilidad de proporcionar ayuda a otras personas en situaciones de catástrofe”, señala la guía de la FIP, que se complementa con otros instrumentos que se generan en los propios países, como un reciente trabajo del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacia de España (CGCOF), pensado para este tipo de eventualidades. Desde la FIP recuerdan que “los desastres provocan un incremento de la demanda de atención sanitaria y que la respuesta por parte del farmacéutico afecta al alcance de sus efectos”.
Los eventos climáticos extremos son cada vez más frecuentes en el mundo, y obligan a mejorar las formas de respuesta de los farmacéuticos. Desde inundaciones hasta incendios o volcanes en erupción, estas catástrofes obligan a las farmacias a asumir su rol frente a las necesidades de las personas. En este sentido, la FIP recalcó que “se aprendieron muchas lecciones sobre lo que se necesitaba para continuar suministrando medicamentos de manera segura a los pacientes después de eventos catastróficos, como el terremoto en Nueva Zelanda y el tsunami en Japón”. El documento fue presentado en 2016, y se actualiza a partir de los avances en la materia. El documento pide a los países que “consideren autorizar una ampliación de las funciones de los farmacéuticos durante los desastres”. También contiene información sobre cómo preparar la farmacia en caso de desastres específicos e incluye una lista de medicamentos que se deben almacenar para situaciones de emergencia. El informe también recomienda que se mantengan registros en papel. “En Christchurch, todos los hoteles del centro de la ciudad fueron cerrados inmediatamente. Los turistas no pudieron regresar a sus habitaciones, lo que dejó a muchos sin sus medicamentos. Intentar reemplazar las “pequeñas pastillas blancas” habría sido mucho más fácil si hubieran tenido una copia impresa de los medicamentos recetados”, dice la FIP. “En algunos países, por ejemplo en Japón, todos los pacientes reciben una copia en papel para que la conserven. Esto tiene ventajas reales cuando no se puede acceder a los ordenadores”.
En el caso de España, que está sufriendo graves inundaciones por DANA, esta semana el CGCOF emitió una serie de recomendaciones frente a las inundaciones. “Comprobar si la zona en la que se sitúa la farmacia es una zona inundable. Si existe riesgo, colocar en un punto elevado medicamentos, equipos informáticos, panales eléctricos, registros o documentación importante, etc.”, explicaron como primera medida. También sería recomendable en este caso “utilizar materiales impermeables y contar con sistemas de drenaje para desaguar rápidamente en caso de inundación”. “Después de una inundación hay que limpiar cuidadosamente las instalaciones para evitar la aparición de hongos que pueden ser perjudiciales para la salud del personal de la farmacia y revisar medicamentos que pudieran haberse visto afectados por el agua para desecharlos”, recomendó la entidad principal delos farmacéuticos españoles. Después de las inundaciones, agregó, “puede aumentar la población de insectos en la zona, especialmente de moscas y mosquitos, por lo que es previsible un aumento en la demanda de repelentes y productos para el alivio de picaduras de insectos”. En los últimos tiempos se han producido otras emergencias climáticas muy importantes que han requerido de acciones desde la farmacia comunitaria. Por ejemplo, tras la erupción del volcán de la isla de La Palma, los farmacéuticos habilitaron un procedimiento para facilitar el acceso a sus tratamientos a las personas desalojadas. La borrasca Filomena también supuso un importante desafío para las oficinas de farmacia. En la Comunidad de Madrid, la red de oficinas de farmacia no cerró pese al temporal histórico de nieve que cayó sobre la región. En verano del año pasado, los intensos incendios en Zaragoza provocaron la evacuación de varios municipios y el cierre de farmacias y botiquines. La continuidad se puso solventar gracias a la labor de las farmacias de localidades aledañas que garantizaron no sólo el acceso a la mediación, también fueron un apoyo emocional para los pacientes obligados a salir de sus hogares.