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esde el año 2017, en la provincia de Tucumán se puso en marcha una importante campaña de recolección de medicamentos vencidos. A cargo de dos farmacéuticas de la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), el plan tuvo un segundo paso, que se centró en qué hacer con esos tratamientos una vez que salen del botiquín de los hogares. Allí nació la posibilidad de crear ladrillos a partir de los fármacos en desuso, para que se construyan viviendas, y a la vez, se evite la deposición de estos fármacos que son potencialmente muy dañinos para el medio ambiente y la salud de las personas. Según explicaron los responsables, el método que utilizan se denomina “encapsulado”, que consiste en inmovilizar los productos farmacéuticos en un bloque sólido dentro de un tambor de plástico o acero. "Nosotros separamos todo lo que es el material reciclable, que es plástico, vidrios, y nosotros nos quedamos con lo que sí es el medicamento. Hacemos un triturado y hacerlo polvo y eso unirlo a cal, cemento y agua. Después, también hacemos en gran parte encapsulado. Una vez que nosotros tenemos los ladrillos que se le llaman, estos ladrillos van a formar parte de los rellenos sanitarios y eso van a los cimientos", comentaron las farmacéuticas Sara María Amaní y María Inés Ribó, a cargo de la campaña de recolección como la elaboración de “ladrillos sanitarios”, que se forman a partir de esos bloques de tratamientos encapsulados. Esta metodología es recomendada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y está contemplada en la Ley de Residuos Peligrosos.
El proyecto tiene, como primer paso, realizar jornadas de recolección en distintas plazas de San Miguel de Tucumán donde participan docentes y estudiantes voluntarios de distintas facultades. La última recolección se hizo en diciembre del año pasado, desde las páginas oficiales en las redes sociales comunicaran cuando será la próxima jornada, que aún no tuvo fechas para este 2023. El segundo paso es el traslado al laboratorio en la Cátedra de Farmacognosia, que es el lugar en el que se tratan los fármacos. El tercer procedimiento es la segregación: se separan los envases de los medicamentos, el cartón, papel, plástico, vidrio, todo eso lo llevan los recicladores urbanos; mientras que el medicamento en sí queda en el laboratorio. En cuarto lugar, se hace una clasificación en la que ya solo participan los estudiantes voluntarios de Farmacia y carreras afines. Los medicamentos son clasificados según sus componentes químicos, grado de peligrosidad, acción farmacológica. El objetivo es, también, que los estudiantes pongan en práctica los conocimientos que están adquiriendo en las materias que cursan. “Con esta clasificación, vamos a poder hacer la eliminación propiamente dicha”, explican las docentes. El plan es parte del proyecto Ecofarmaconciencia y Por la Salud Ambiental, que concientiza sobre la importancia de un desecho óptimo de los medicamentos en desuso: "Nuestro proyecto está comprometido en facilitar y promover acciones dirigidas a mejorar la cultura sobre la correcta eliminación de medicamentos", apuntan.
De la construcción de los “ladrillos sanitarios” participan estudiantes de diferentes facultades, entre ellas Farmacia, Biotecnología, Arquitectura y Educación Física. Las iniciativas comenzaron sin ningún apoyo económico, pero desde 2017 son proyectos formales de voluntariado universitario y de extensión universitaria, es decir que reciben financiamiento estatal porque trasladan el trabajo que se hace dentro de la universidad al territorio y, así, generan vínculos sociales con la comunidad. “Tenemos un punto fijo de recolección en la cátedra de Farmacognosia en la Facultad. Además, en fechas anunciadas tenemos puntos de recolección responsable en distintas plazas, trabajamos junto con la Municipalidad de San Miguel de Tucumán que nos ayuda en la difusión”, explican las directoras de estos proyectos. “En la última recolección responsable, que fue en diciembre del año pasado, se habrán acercado más de 200 personas, aunque no llevamos un registro exhaustivo de cuánta gente ha dejado sus medicamentos con nosotras”, agregan las farmacéuticas. “El 60 por ciento de los medicamentos que recibimos los eliminamos por encapsulado, haciendo estos ladrillos. Otras veces, cuando la peligrosidad del medicamento es muy baja, podemos hacer soluciones muy diluidas que se descartan por la red sanitaria. Con diclofenaco y paracetamol hicimos hidrólisis básica y ácida porque somos universidad y tenemos los solventes necesarios, pero la verdad es que estos métodos generan residuos que también son una forma de contaminar el ambiente, lo mismo sucede con la incineración, así que nos decantamos por el encapsulado”, señala Ribó.
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