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ace unas semanas, el país aprobó el uso de la primera vacuna contra el herpes zóster (HZ), conocida popularmente como culebrilla. La misma fue desarrollada por la farmacéutica Glaxo, y muestra datos alentadores respecto de la prevención del mal, vinculado al virus de la varicela. Una vez que obtuvo el visto bueno de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), se inició una curiosa campaña publicitaria que fomenta su aplicación, en especial en adultos. La promoción se da cuando la enfermedad no tiene un brote o un aumento de casos, lo que llama la atención de los especialistas, que aseguran que se trata de una vacuna que no está en el Calendario Oficial. De acuerdo a datos recopilados por la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), se estima que más del 99 por ciento de los adultos mayores de 40 años se ha infectado con el virus varicela zóster y pueden desarrollar herpes zóster. Entre el 20 y el 35 por ciento de las personas inmunocomprometidas tendrán un episodio de HZ a lo largo de su vida; porcentaje que aumenta al 50 por ciento en caso de mayores de 80 años que no lo hubieran padecido con anterioridad. Por su parte, fuentes del Ministerio de Salud señalaron que “si bien esta vacuna fue aprobada por ANMAT, a la fecha no fue adquirida ni es provista por el Ministerio de Salud. La vacuna está disponible en el subsector privado y su indicación es individualizada, a cargo del médico de cabecera”.
Hacia fines de marzo de este año, la ANMAT aprobó una vacuna diseñada por el laboratorio Glaxo, fórmula que en 2017 ya había obtenido el visto bueno de la FDA, el ente regulador de Estados Unidos. La plataforma, que se administra en dos dosis y cuya protección se extiende por una década, tuvo un 97 por ciento de eficacia en los ensayos clínicos. Como sucedía con la Covid-19, si bien no impide la enfermedad, sí es útil para prevenir casos graves. A la fecha, la vacuna es recomendada en personas inmunocomprometidas (individuos con VIH, pacientes trasplantados y oncohematológicos), mayores de 18 años con riesgo y mayores de 50 años. “No es algo muy grave, por el contrario, es una enfermedad que se caracteriza por tasas muy bajas de problemas realmente serios. Son virus que se alojan en el sistema nervioso central y utilizan una serie de células nerviosas como lugar donde se asientan”, expresa Mario Lozano, virólogo investigador del CONICET. Y continúa: “En el organismo tiene baja replicación, pero se puede liberar hacia la dermis donde habitualmente es combatido por los glóbulos blancos. Sin embargo, si el individuo tiene las defensas bajas, el virus puede proliferar y causar las lesiones en la piel tan características”. El origen de la infección viral ocasionada por el herpes zóster se relaciona con la reactivación del virus de la varicela zóster. Esto es: solo aquellos individuos que de niños o adolescentes tuvieron varicela afrontan la posibilidad de tener herpes. Una enfermedad que se mantiene agazapada y que puede despertarse, en especial, a partir de la adultez avanzada. Así lo explica Lozano: “Es el virus que provoca la varicela cuando somos chicos y la culebrilla cuando somos grandes. De existir un rebrote en la sociedad, no es por aumento del contagio; ya que prácticamente el 100 por ciento de la población tiene al virus dentro del organismo desde que somos chiquitos. Lo que en verdad hace el virus es reactivarse, fundamentalmente, cuando nuestras defensas están bajas por algún motivo”.
En tanto, Bettina Seoane, médica pediatra y gerente médico de vacunas (cono sur) de Glaxo coincide con el diagnóstico de Lozano. “No hay un rebrote, pero hay una realidad: pese a que es una enfermedad que está desde siempre, no se conoce tanto. Hay muy poca gente que entiende la gravedad vinculada a la complicación del dolor”. Y continúa: “Es un problema que en algunos casos se prolonga por varios años e impide que te puedas poner la ropa y que cuando te acuestes tengas que evitar que la sábana toque el cuerpo”. La infección se expresa a través de una erupción en la piel, que puede prolongarse hasta por un mes. Los pacientes también experimentan picazón, sensación de hormigueo y sensibilidad al tacto. Conforme transcurren los días, las ampollas se convierten en costras que a las semanas desaparecen. No obstante, en algunas ocasiones, el cuadro puede complicarse y generar un dolor que se extiende por los nervios y la piel (provocado por la neuralgia posherpética) que potencialmente dura desde tres meses hasta largos años. Una vez detectado el sarpullido y, como se suele recomendar para otras patologías, es vital la consulta al médico de confianza. Así lo refiere Seoane: “Es importante llegar con el tratamiento a tiempo, porque no hacerlo puede complicar las cosas. En general puede tratarse con una medicación antiviral y si no se hace puede ocasionar riesgos diversos. Puede presentarse en el tórax, o bien, hacerlo en el ojo y llevar a perder la visión”. A menudo, las personas se ven engañadas y recurren a curas caseras que prometen una falsa eficacia. La tinta china, antiguamente considerada un antiséptico, no constituye más que un mito en la medida en que no produce ningún beneficio para revertir la infección.
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